A estas alturas de la vida, se ha convertido en una cotidiana aventura ciudadana el concurrir hasta los espacios habilitados para emitir los votos.
Desde la ciudad de Cochabamba debo aproximarme haste el colegio Maryknoll para hacer la cola de espera tras la colorida papeleta en blanco.
Depositar en un acto ya conocido pero no aún bien comprendido mi voto en una ánfora de cartón para luego esperar los resultados frente al televisor con una bebida (no alcohólica), escuchar los petardos y declaraciones de los vencedores y vencidos.
Vivir un día de peculiares historias y actividades que hacen que nuestra rutina se rompa, aunque al paso que vamos ya es una rutina esto de tener elecciones, campañas y demás.
Sinceramente espero poder dejar de lado por un tiempo, tanta propaganda y campaña de la vida cotidiana, aunque esta tendrá un tinte especial, saldré con cámara, a tratar de robar algunas experiencias del qué hacer de nuestros compatriotas en tiempo de elecciones.
Bueno, nos leemos mañana.
